jueves, 26 de marzo de 2009

Tiempos



Hay una dulzura que yo creo procede únicamente de las derrotas, de todas las que fuí acumulando en la vida. Hay una palabra, muy bonita, para explicar esa especie de actitud de "tentetieso" ante las calamidades: Resiliencia, que se define como la capacidad para proyectarse hacia el futuro a pesar de vivir acontecimientos desestabilizadores.
Vive dios que soy testaruda y rencorosa; que me jode equivocarme y me equivoco; que por suspicaz ganaba tres cátedras en concurso de méritos; que me he vuelto misántropa con elpaso del tiempo; que confío en tan pocas personas que sólo un par de manos me bastan; que las cosas importantes ya no me las cuento ni a mí misma.
Esa persona dura, enrocada, callada, distante y en su mundo ha comido jaulas, puntillas, óxido, niebla, muerte, lágrimas, hospitales, mentiras, traiciones, abusos, palabras huecas, promesas negras, pasiones frías, radiografías manchadas, goteros inacabables, morfinas terminales, palabras de adios, jaques mates, golpes de gracia, rechiflas generales, y otras exquisitas "gourmandiseries" que nos depara la vida en mayor o menor abundancia.

La voluntad de dejar de lado a mi gemela oscura, es la que me permite rebalsar una extraña dulzura nacida de la derrota, que en definitiva es mi única victoria.

lunes, 23 de marzo de 2009

Doñana



Laberinto de huellas 

En la arena las huellas del gato rodeando las del conejo, 
trazando con fina uña un poema de caza.
El lagarto pinta arabescos sobre la espalda velluda de la duna,
incidiendo con la cuña de su cintura,
el látigo de su cola, los breves deditos de sus manos frías.
Pero la mejor caligrafía es la del anciano escarabajo,
viejo señor de Tartessos, aprendiz de sus hermanos de Oriente,
entre el enebro de las marismas y los cedros del Líbano.

12- 4- 2006

sábado, 21 de marzo de 2009

Sábado Literario

Katsushika Hokusai
Vista del Monte Fuji

Me uno a esta iniciativa del Sábado literario, con la esperanza de que Mercedes nos dé la buena noticia de que también lo hace.

Yo creo que las buenas noticias no salen en prensa, ni en los medios, porque "no venden", pero puedo dar testimonio de que se producen cada día...y muchas veces al día. Sólo hay que reconocerlas.
He visto amanecer esta primera mañana de primavera, cuando la luna aún pendía del cielo, ahí mismo, frente a mi casa, con familiaridad y descaro, como si ella también quisiera apoderarse de la mañana. Y me acordé de Sei Shônagon. Pensé que no había mejor desayuno que sus palabras, y las fuí masticando despacio con un té, mientras el sol, blanco de sueño, se despertaba por levante:

"En primavera, el amanecer. Cuando al insinuarse la luz sobre las colinas, los contornos se tiñen de un pálido rojo y pupúreos jirones de nubes brotan sobre las cimas"

Esta mañana amaneció, otra vez, el milagro de la primavera.

martes, 17 de marzo de 2009

Toilette de Sábado


Mujer peinandose, 1920
Hashiguchi Goyo 

Hoy me arreglé para tí, amor mío,
doré al sol mis mejores frases
que soltaré rodando, dulcemente,
sobre tu página en blanco.

Recorté las puntas de mis reproches
para que no hieran tus labios
cuando me susurres, sobre la nuca,
nuestros pronombres.

Lavé los sustantivos y se secaron
al calor de las sucias frases que guardé,
nuestra última noche, en el recuerdo;
algunas se rizaron, mimosas, 
como zarcillos contra los adjetivos 
de tu boca.

Esmalté de rojo vivo los verbos
que compartimos: tocar
sentir, morder, lamer, juntar...
y se estiraron sensuales bajo el pincel,
ganando proporción y ritmo a cada capa.

Depilé mis erres, que no te raspen 
al recibirte, y vertí aceite, almizcle y espuma 
sobre la piel erizada de mis conjunciones.

Mientras llegas ansío nerviosa este presente; 
sabiendo que el futuro es un dramático imperfecto.
Y que sólo es posible la excelencia en la nostalgia blanda del pasado.

25- 5- 2006

viernes, 13 de marzo de 2009

Una cuentista


Foto de Alberto Díaz Korda

Mi abuela tenía una fe inquebrantable en mi capacidad para contar historias, ella me había visto a los tres años inventar cada mañana una fábula para mi abuelo, porque era el peaje que me pedía para ver cómo le daba de comer a los gorriones.
Cada noche yo rezaba a un dios tutelar de los cuentos que me mandara sueños bonitos y así tener algo que relatar a la hora del desayuno en la galería.  Y por la mañana la vida me sonreía : los bosques tenían árboles parlantes que nunca asustaban a las niñas, y los lobos eran animales dóciles cuya dieta básica consistía en regalices y merengues  que llevaban en abundancia, siempre dispuestos a compartirlos con las gentiles criaturitas que lo solicitaran.
Para mi vergüenza no siempre fuí fiel a mi verdadera vocación. La culpa la tuvo una muñeca regordeta de pelo corto y rizado, primera y única que me dejaron los Reyes, que despertó en mí un deseo impuro de convertirme en peluquera. De la cesta de costura hurté unas tijeras, las más pequeñas; y distraje el bolígrafo de hacer crucigramas que se había quedado sobre el periódico abierto, abandonado, a merced de las descuideras. 
Tras lavar la cabeza de aquella gordinflona y pedirle que se sentara en el sillón, me dispuse a cortarle el pelo sin miramientos, porque me pareció percibir una pandilla de desaforados piojos entre los matojillos ralos que se ordenaban circularmente en torno a la coronilla. Tuve que igualarla a conciencia, probando con ello que esta nueva inclinación mía hacia el mundo de la estética iba muy en serio. El resultado final fue la masculinización definitiva, irreversible, de la muñeca. Por eso era necesario utilizar el bolígrafo de los crucigramas. Para rematar la imagen del  nuevo cliente necestitaba unas gafas, como las de mi abuelo, y me dije que no le sentaría nada mal un bigotillo, también como el de mi abuelo, que pasé inmediatamente a pintar. No estaba demasiado contenta con el tono azul del bolígrafo, pero una niña de tres años, y en aquellos tiempos, no disponía de muchos artículos de escritorio.
Entusiasmada como estaba con mi recién estrenada profesión, no me había percatado de que en la casa había mucha gente que podía informar de mis espurias actividades al público entregado que cada mañana escuchaba atentamente mis cuentos. Enseguida fuí llamada a la galería e interrogada sobre mis actividades.
Con gran disgusto devolví las tijeras, el bolígrafó y mostré el cambio de sexo llevado a cabo en la muñeca gorda. No sirvieron de eximente las explicaciones sobre la farra que los piojos se daban en la coronilla de plástico del juguete, ni que las gafas eran del todo imprescindibles o que el bigote hacía juego con ellas.
Me indujeron a prometer que desistiría de mi vocación de peluquera para siempre y que volvería al buen camino de contar mis sueños cada mañana a la hora del desayuno.
Creo que desde entonces fuí reacia a peinarme y más tarde las monjas me pegaron por tener enredos en la nuca..pero eso es otra historia.

lunes, 9 de marzo de 2009

Premio Palabras como Rosas

Rosas y Palabras es una preciosa asociación, aunque tuvieran espinas. No conozco apenas las bitácoras del Desván porque acabo de comenzar, pero dar un premio es una oportunidad feliz de comenzar a explorarlas. La selección es de cinco, aunque podría premiarlas todas, porque motivos no faltan:


Me gusta porque me identifico en algunas cosas con Felisa. 


Preciosa la ternura de Maat, su serenidad.


La prosa reflexiva y positiva de Ave Mundi Luminar


Llena de matices poéticos la prosa de Lola


Brilla Raúl Gay por su espíritu crítico, su capacidad de análisis

Gracias a todos por vuestra amabilidad. Y a Ramón por el premio.

sábado, 7 de marzo de 2009

Juegos

De la casilla de salida
saco un pie,
avanzo unos centímetros,
¡soy valiente!
A cara descubierta, sin protección
camino.
Fascinada contemplo mi osadía,
mi loca carrera.
Alguien me adelanta fugaz,
me tambaleo.
Vuelvo a colocar un pie
detrás del otro.
Miro hacia delante
compruebo, feliz, el camino que me queda.

Detrás
hay una multitud,
hambrienta, ansiosa,
herida, lastimada,
que grita fuerte
agitando su impaciencia enorme
descomunal, gigante,
mucho más que la mía.
Pasión atávica,
deseo ancestral
la conduce.
Huyo, me repliego,
busco dónde esconderme.
¿no hay salida?
He caído. Del laberinto al treinta.

21- 10-2005